Todos tenemos una historia que contar. Hoy quisiera compartir la mía contigo.
Hoy es el día de Todos los Santos.
Un día en el que recordamos a nuestros seres queridos, y también sus historias.
Seguro que las historias que más recuerdas de tus familiares son las de aquellos que hicieron algo distinto, atrevido, sobresaliente.
Pero, en mi caso, ninguna de esas historias familiares tienen nada que ver con la organización.
¿Y entonces?
Así que, sin pretender ser egocéntrica, te voy a contar la historia de cómo cambié la profesión para la que me había preparado toda mi vida por la organización profesional.
Porque me doy cuenta de que cada vez somos más los que nos planteamos las cosas, los que nos salimos del camino trazado, los que cambiamos de rumbo siguiendo nuestro instinto.
Y anda que no nos llevamos palos por eso… (yo tengo que decir que, aunque casi todos en mi familia son funcionarios y esto del emprendimiento no lo comprenden del todo, me apoyan una barbaridad. Así que, sí, soy muy afortunada).
Me gustaría que mi historia, aunque sea de lo más normalita (te lo reconozco), te inspire para llegar a ser más feliz, a estar más en sintonía con tus intereses y con lo que quieres hacer en la vida. Que se dice pronto, pero trae muchas noches en vela.
Así que te invito a que te prepares un té, un café o lo que te apetezca y te sientes a escuchar mi historia.
Y espero que, después, te apetezca contarme la tuya 🙂