7 de la mañana. Abres el armario y está lleno de ropa. Lleno. Pero no tienes nada que ponerte. Estrés. ¿Qué me pongo? No hay nada aquí para mí. Bueno, esta camisa… Está arrugada. ¿Y este pantalón? Está manchado… ¿Es tu día a día? ¡Necesitas una solución pero ya!
Cuanto más, ¿mejor?
Nos han hecho creer que cuantas más cosas tenemos, mejor. Y especialmente, ropa.
Parece lógico pensar que cuantas más prendas haya en nuestro armario, más combinaciones posible habrá, y siempre habrá algo adecuado que ponernos en cada ocasión.
Sin embargo, resulta que no es así.
Llenamos nuestros armarios de ropa de mala calidad, que no cuidamos (porque es de mala calidad) y que ni podemos ver (porque hay demasiada) ni tenemos disponible porque, aunque la veamos, está tan mal cuidada que no queremos ponérnosla. ¿Solución? Por supuesto, comprar más ropa.
¿Ves que es la pescadilla que se muerde la cola? No tiene sentido.
Dejando a un lado el despropósito medioambiental que propiciamos cada vez que compramos una prenda nueva (hablaremos de eso en otra ocasión), está claro que este sistema no nos resulta práctico.
Así que vamos a acabar con él pero ya.
Cómo quedarte con lo que de verdad te encanta
Lo primero que te propongo es que saques de su sitio TODA tu ropa. ¿Toda? TODA. La que tienes en el altillo, la de fuera de temporada, los abrigos, los disfraces, la que tienes enterrada en el canapé… TODA.
Haz una foto. ¿Te esperabas que tuvieras tanta ropa?
¿Y cómo es posible que, teniendo tanta, nunca tengas nada que ponerte? Muy sencillo: muy pocas (si no ninguna) de esas prendas han sido compradas con CONCIENCIA.
Ropa con conciencia
Solemos comprar por impulso, porque se lleva un color (aunque no nos siente bien), porque otra persona lo lleva… Casi nunca nos paramos a pensar qué nos sienta bien, qué nos apetece ponernos, qué prendas se adaptan a nuestro estilo de vida actual…
Por ejemplo, yo (ya me conoces) tengo bastante pecho. Siempre me ha gustado llevar buenos escotes porque, chica, me empodera. Pero me doy cuenta de que para dar una charla, una conferencia o para ir a casa de un cliente a ordenar sus armarios, no me apetece llevar escote. ¿Un sábado por la noche para una cena? Ahí sí. Pero como casi toda la ropa que me compro ahora es para mi trabajo, procuro que no lleve escote. Porque sé que si lleva, acabo por no ponérmela.
Haz tú el mismo ejercicio: revisa prenda por prenda todo lo que has sacado de su sitio y decide si se queda contigo o no y POR QUÉ. De esa forma, no caerás de nuevo en los mismos errores.
La técnica definitiva de ordenación de la ropa
¿Y cómo conseguir ordenar de una vez por todas y para siempre lo que sí te quedas?
Como siempre te digo, con el doblado vertical.
Olvídate de guardar ropa «porque cabe». Ahora solo lo que te enamora tiene cabida en tu armario.
Y con el doblado vertical, verás todo lo que tienes de un golpe de vista, de forma que harás combinaciones mucho más fácilmente.
Y por favor, ¡no acumules de más!! Si tienes demasiada ropa, se arruga, se pierde, se mancha y se estropea.
¿Quieres saber más?
Escríbeme a hola@baransuorden.com y cuéntame qué dudas te surgen. ¡Seguro que podré ayudarte!